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El adiós del goleador David Villa

En la madrugada del martes al miércoles otra pieza imprescindible de aquella generación que le dio a España su primer Mundial en 2010 y se coronó dos veces campeona de Europa (2008, 2012) anunció su retirada. David Villa (37 años), el máximo goleador en la historia de La Roja con 59 goles en 98 partidos ha decidido poner punto final a su carrera tras la disputa de la Copa Emperador con el Vissel Kobe japonés el próximo 2 de enero. “Siempre me he dicho a mí mismo que prefiero dejar yo el fútbol antes de que el fútbol me deje a mí”, se sinceró ante los medios nipones.
Si el relevo de aquella esplendorosa camada de centrocampistas (Xavi, Alonso, Iniesta, Silva y Cesc) se ha convertido en un trauma para la selección española, encontrarle un heredero a Villa también ha sido una búsqueda sin éxito. Ni Del Bosque, ni Lopetegui, ni Luis Enrique ni ahora Robert Moreno han encontrado un futbolista similar en el caladero del fútbol español. Los Soldado, Negredo, Diego Costa, Morata, Alcácer, Iago Aspas o Rodrigo, los nueves más habituales en los últimos años, no solo no se acercan a la productividad goleadora de El Guaje. No ha habido un delantero que interpretara mejor el estilo de la selección para asociarse fuera del área y para culminarlo dentro.
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Iniesta ficha a David Villa
El nueve de España, por Santiago Segurola
“Era la pieza del puzle que encajaba a la perfección en el juego de toque que practicábamos”, asegura Jesús Paredes, la mano derecha de Luis Aragonés, el entrenador que le entregó el siete de la selección que perpetuaba Raúl. A Aragonés no le agradaba que se interpretara la figura de Villa como la del sustituto del madridista, sino la de una simple elección en la que escogía a los jugadores que creía que podían aportar más a la selección. “Recuerdo la importancia de su gol a Suecia en el segundo partido de la Eurocopa de 2008. Estábamos empate a uno y Luis gritaba, ‘Vamos, vamos, que están muertos’. David hizo un recorte y sacó un tiro raso al palo largo. Pero su gol más bonito fue aquella volea en Elche contra Italia que entró por la escuadra”, rememora Paredes, que trabaja en la Federación preparando una serie didáctica de vídeos para niños con los gestos técnicos de aquella generación. “Tocó en todas las óperas, era un barítono del gol. Jugó bien en el Zaragoza, en el Valencia, en el Barça, en el Atlético y en la selección, donde mezcló muy bien con Torres. David era para los espacios cortos y combinar y Fernando para aprovechar los espacios en largo, Se adaptó a todos los equipos en los que jugó y eso lo dice todo sobre quién ha sido”, explica Paredes.

Para Del Bosque también fue una pieza insustituible y definitiva. Sin sus cinco goles en el Mundial España no luciría la estrella por encima de su escudo: “Fue uno de esos héroes que tuvimos. Jugaba entrelíneas y también le hicimos caer en la banda izquierda. Era un maestro del gol”. Del Bosque fue el primero de los seleccionadores que empezó a acusar la falta de ese delantero mixto que sirviera para combinar y rematar. Por lesión, Villa no acudió a la Eurocopa de 2012 y terminó por diseñar un equipo con Cesc como falso nueve que arrasó a Italia en la final. “No fue algo improvisado, ya lo hicimos en un amistoso con Bélgica en A Coruña”.

“Tenía una mentalidad y capacidad para definir que solo tienen los elegidos. Un depredador, cada balón que tocaba era gol”, dice Raúl Albiol, uno de los supervivientes de aquella generación que se ha reenganchado como Cazorla y Navas con Luis Enrique y Robert Moreno. “Para los centrocampistas era un alivio porque siempre le encontrabas para que tirara una pared o un desmarque y para definir tenía todo el repertorio que se le podía pedir a un delantero”, asegura Santi Cazorla.

En septiembre de 2017, tras más de tres años de ausencia, Julen Lopetegui convocó a Villa para que se despidiera de La Roja en un partido contra Italia en el Santiago Bernabéu valedero para la clasificación del Mundial 2018. Jugó cinco minutos y fue su último encuentro con la selección, pero antes ya se había comprobado que tampoco tenía heredero.

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